Adriana Skrbec[1]
Valeria Andrusiewicz[2]

Trabajo presentado en la I Jornadas Programa Juegotecas en Salud “Juego y Salud van de la mano”. 24 y 25 de Agosto 2015. Aula Magna Hospital Piñero.

“No podemos ser nada sin jugar a serlo.”
Jean Paul Sartre

 Juego y salud

Jugar es la actividad rectora de la infancia. Es jugando como el niño[i] podrá conocer, experimentar, aprender, disfrutar y también tramitar situaciones conflictivas o displacenteras. El juego es fundante de la niñez. En palabras de Norma Bruner “es en el juego donde los niños se apropian y escriben las marcas que luego podrán leer, cuestionar, analizar. En el juego y al jugar un niño introduce los significantes primordiales a “su historia” y, en consecuencia, si no hay juego no hay historia, ni infancia[ii]”.

La actividad esencial del niño es jugar, es su manera de entender el mundo y de dominarlo; ya decía Winnicott que “para dominar lo que está afuera es preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear[iii]”. La forma de hacer de los niños, donde son libres y donde saben hacer, es en sus juegos. Jugando el niño se constituye subjetivamente y es debido a su importancia que el juego ha sido reconocido como uno de sus Derechos Universales[iv].

Al jugar el niño es un sujeto activo y creador, para un niño “estar bien” implica poder jugar, ya que “aquello que más entristece a un niño es la falta de un espacio lúdico, ese mundo que lo salvaguarda del impacto irreversible del tiempo, del dolor de existir y vivir una vida que se define por la finitud. En el mundo del juego todo es posible”[v].

Juego y salud son dos conceptos íntimamente ligados en la infancia. En todo contexto el niño debe ser capaz de poder seguir jugando, ya que el “no juego”, tal como lo plantea la Dra. Regina Ofële[vi], es la denuncia de algo que falló o que en cierto momento está fallando y necesita de la escucha y la mirada de un otro atento que acompañe y procure vehiculizar el mismo. Sin dudas, los aspectos sanos de un niño están en su capacidad de jugar, lugar desde donde se va configurando desde el inicio de su vida, siempre contando con que alguien haya habilitado y acompañado ese proceso desde su nacimiento, pues si bien el juego es “condición necesaria para que haya niñez, no es espontáneo ni natural[vii]”, sino construido socioculturalmente en el encuentro con un otro.

Es jugando donde el niño encontrará su primer manera de expresarse, entender y aprehender el mundo que lo rodea, y es por ello que podemos observar que “cada vez que el niño está en un punto de inflexión donde se juega el ingreso a un nuevo espacio, donde debe ser adquirido algo nuevo, fundamental para el desarrollo de su psiquismo, “juega a…” lo cual es la primer forma de acceder o de adquirir lo que sea[viii]”. El niños es saludable mientras juega, explorando y descubriendo, repitiendo y reafirmando situaciones placenteras, y,  también, reproduciendo activamente situaciones conflictivas o displacenteras que fueron vividas pasivamente, tal como lo descubrió y describió hace tantos años el padre del psicoanálisis observando a su pequeño nieto.

Coincidimos con Paula Landen en no establecer la relación “el niño que juega es feliz”, al igual que ella preferimos focalizar en la relación que existe entre juego y salud. “Por ello, no siempre que un niño juega es feliz, pero sí es saludable[ix]”.

La Hospitalización Infantil

La  Organización  Mundial  de  la  Salud  (OMS)  define  el  concepto  de  salud  como  un estado de completo bienestar físico, psíquico y social, y no sólo como la ausencia de enfermedad. Por lo tanto, consideramos fundamental pensar en una salud integral del niño hospitalizado teniendo en cuenta sus necesidades bio-psico-sociales, es decir “tanto los aspectos físicos de los procesos de enfermedad y hospitalización, como las repercusiones psicológicas y sociales de estos procesos para los niños y sus familias[x]”.

Cuando un niño es hospitalizado su vida cotidiana cambia radicalmente, pierde gran parte de su autonomía e intimidad, y tanto él como su familia deben adaptarse a esta nueva situación que irrumpe y moviliza a cada uno de sus integrantes, pudiendo generar en el niño diversas reacciones emocionales de temor, miedo, inquietud, vergüenza por ser observado, pérdida de confianza en sí mismo, conductas de ira, agresividad y/o regresivas[xi].

En cuanto a los padres, pueden surgir dificultades vinculares debido al impacto que les genera la internación y/o el diagnóstico médico, lo que puede traer como consecuencia que el niño quede invisibilizado detrás de su condición de paciente, al enfocar toda su atención en el proceso de enfermedad y hospitalización. En otras ocasiones pueden intensificarse las conductas sobreprotectoras y permisivas, lo cual también puede generar distintas reacciones a nivel familiar. Para los hermanos también la situación puede tener sus consecuencias y pueden manifestar sentimientos de culpa, enojo, temor, sentimiento de abandono, entre otras reacciones posibles. Todos estos aspectos son fundamentales a tener en cuenta, dado que “la forma en que la familia vivencie y afronte la hospitalización va a influir decisivamente en el bienestar emocional del niño[xii]” y en su calidad de vida.

Para ayudar a que la adaptación sea realizada de manera saludable, debemos tener  en cuenta que el niño necesita herramientas para afrontar esa situación. Entre ellas, recibir información, a su medida, es de vital importancia para poder adaptarse a esta nueva situación y no quedar atrapado en fantasías perturbadoras que pudieran surgir. A lo largo de nuestra experiencia, hemos podido observar que los niños suelen tener un mayor poder de entendimiento sobre su problemática que lo que en general los padres y adultos suponen. Entendemos que “se debe centrar la atención en buscar estrategias que disminuyan en los niños la angustia que les supone la hospitalización, de manera que, como recogen diversos autores (Kain y colaboradores, 1996; Mendez y Ortigosa, 2000; Moix, 1996) se logre una reducción de la misma, una recuperación postoperatoria más rápida y una mejor adaptación posthospitalaria[xiii]”.

Para ello, es primordial habilitar un espacio para la expresión de sus emociones y una vía fundamental en la infancia, como hemos planteado, es el juego, donde el niño podrá experimentar y tramitar las situaciones que le toca vivir. “En muchos aspectos, el juego es para los niños lo que el leguaje para los adultos. Es la principal vía de aprendizaje, expresión y elaboración de los hechos que vive a diario. Ofertar en el hospital oportunidades lúdicas puede ayudar a superar las dificultades[xiv]”.

Al promover un espacio lúdico, estaremos favoreciendo la calidad de vida del niño hospitalizado y su familia, brindando un espacio donde el niño pueda salir de la pasividad a la que se encuentra sometido, donde tenga la posibilidad de expresarse y comunicarse con los demás, priorizando ante todo su condición de niño más allá de su enfermedad. Tal como lo afirma el Dr. Busaniche[xv], consideramos que la solo presencia de enfermedad no priva al niño de un estado saludable, y un niño que puede jugar es saludable, más allá de la situación de enfermedad que le toque atravesar.

HOSPISONRISAS. Payasos de Hospital

HOSPISONRISAS surge con el fin de promover un espacio lúdico en la internación hospitalaria infantil, ya que si bien el ámbito hospitalario puede ser un limitador del juego, al igual que el padecimiento de una enfermedad, no por eso el hospital debe convertirse en un inhibidor del juego para el niño que se encuentra internado. No sólo porque el jugar es signo de salud, sino también porque, como hemos señalado, el juego es un Derecho que le fue otorgado y del cual no debe verse privado. Si bien observamos que muchas veces el Derecho al Juego queda relegado en función de ciertas urgencias, no podemos permitir que el imaginario social que postula una relación binaria entre juego y ocio invisibilice la importancia del mismo en función de la salud infantil.

Plantea la Lic. Marcela Altschul que “resulta de por sí terapéutico el arribar a un espacio en que se invita, y se habilita la oportunidad, de vivir un tiempo diferente al de los demás ámbitos vitales[xvi]”. En más de una oportunidad, en nuestro trabajo como payasas de hospital, nos hemos encontrado con niños donde se observan severas dificultades para jugar, niños caídos de la escena de la infancia donde es necesario realizar una apuesta lúdica, firme y perseverante, que los devuelva al campo de la niñez. Esa es nuestra propuesta, una invitación a jugar, considerando que a través del juego lograremos potenciar los aspectos resilientes de los niños, niñas y adolescentes hospitalizados, como forma en que podrán hacer frente, desde sus posibilidades y fortalezas, a la enfermedad que padecen.

Utilizamos la técnica de clown (payaso) como herramienta para potenciar la capacidad lúdica y promover la construcción de un vínculo con el niño, debido a las similitudes que tienen las características de los payasos y los niños (curiosidad, mirada clara, sinceridad, espontaneidad, deseo de jugar y experimentar). Desde nuestra propuesta, el payaso de hospital tendrá todas las características del payaso en cuanto a su técnica, pero también características propias para poder desempeñarse en ese ámbito. Con el fin de colaborar en función de la salud, deberá estar atento al niño y su demanda, a su singularidad, a su patología, al entorno que lo acompaña, para actuar de la manera que resulte más favorable para el niño, respetando su deseo y tratando de acompañarlo en su propio juego.

Un estudio realizado en Perú señala que “la intervención de los Clowns Hospitalarios posee múltiples beneficios no sólo para los pacientes, sino para todo el entorno en los ambientes sanitarios[xvii]”. El payaso de hospital con su aparición transforma el espacio hospitalario, poniendo color y sonrisas, y habilitando, de esta manera, un espacio diferente, un espacio a la medida del niño.

Es nuestro objetivo primordial acompañar al niño hacia un estado lúdico en el cual sea un participante activo y creador, es por esto que nos presentamos sin una rutina previamente armada, si bien contamos con nuestras herramientas, procuramos no acercarnos con una idea preconcebida sino improvisar, dejándonos guiar por lo que el niño desea, siendo concientes de las posibilidades y limitaciones del contexto. Parafraseando a Ricardo Rodulfo, diríamos que el primer paso no es encontrarnos para jugar, sino encontrarnos en el jugar[xviii]. Ya desde nuestra aparición, con el pedido de permiso al niño para poder acceder a la habitación, comienza el encuentro, un encuentro distinto donde el niño decide si quiere jugar o no, incluso ante una negativa (cosa que no es muy habitual) la misma es aceptada y bien valorada por el equipo. Así logramos establecer un vínculo de confianza demostrando el respeto a su decisión, asegurándole que a la semana siguiente existirá una próxima invitación a jugar.

El payaso de hospital trabajará con el humor pero no es ese su fin, la risa aparecerá muchas veces como estímulo liberador para el niño (e inclusive para su familia o acompañantes) pero muchas otras no estará presente. Nosotros postulamos al payaso de hospital como un compañero de juego que habilitará un espacio diferente donde el niño pueda salir de la pasividad a la que se encuentra sometido, donde tenga la posibilidad de expresarse libremente y comunicarse con los demás, priorizando su condición de niño más allá de su enfermedad, asumiendo que un mejor estado anímico lo conducirá a una mejor aceptación de su tratamiento médico.

Nosotros colaboramos habilitando un espacio de encuentro con el niño que muchas veces deja sorprendidos a los propios familiares, acompañantes e incluso al personal sanitario. Todos los bebés, niñas, niños y adolescentes tienen la capacidad de jugar, más allá de la patología que los afecte. Será nuestro trabajo poder encontrar el camino para generar ese encuentro.

La información que nos brinda el personal sanitario sobre cada paciente es sumamente valiosa para optimizar nuestra labor. También hemos comprobado que, luego de más de 7 años en el hospital, tanto para el personal médico como de enfermería, nuestra información y el trabajo que realizamos resuelta de interés. En más de una oportunidad los médicos nos han manifestado preferir esperar para realizar un procedimiento a que “hayamos pasado”, ya que podían hablar con el niño sobre la visita del payaso y hacer más llevadera la situación, como así también nos han consultado sobre ciertas cuestiones que pudieran haber aparecido en el juego con algún paciente.

Esteban Levin plantea que “un gesto es siempre un movimiento dado a ver a otro, es una realización escénica dedicada a otro que puede leerla e interpretarla como tal[xix]”. Muchas veces en los trabajos con chicos con patologías neurológicas severas, es en los mínimos detalles en lo que nos tenemos que guiar para poder jugar, pero esos gestos siempre están. En más de una oportunidad hemos escuchado de los propios familiares frases como “él no puede hacer nada”, sin embargo, convencidos de lo que planteamos y de las posibilidades frente a las limitaciones, pudimos lograr jugar, algo que sorprendió a la familia, quienes a partir de allí esperaron cada visita para compartir lo que su hijo sí podía hacer.

También es sumamente valioso el trabajo con bebés, los cuales muchas veces quedan relegados por ser considerados muy pequeños como para poder acceder al juego. Allí el trabajo está íntimamente relacionado con la participación de la figura de apego (generalmente es la mamá) quien colabora para poder generar un sentimiento de confianza que vehiculice el juego. Sin embargo, en muchas otras oportunidades, nos ha ocurrido encontrarnos ante mamás y/o papás que presentan dificultades en el vínculo con el bebé, quizás por estar sumergidos en la patología que los afecta, y allí somos nosotros quienes colaboramos con ellos favoreciendo un encuentro lúdico “con el objetivo de generar instancias de placer en el que pudieran descubrirse desde el “poder”… y no desde la limitación[xx]”.

Es por lo expuesto que sostenemos que el Payaso de Hospital es un Agente de Salud, debido a que su labor genera un cambio en favor de la salud integral del niño, y debe ser tenido en cuenta dentro de equipos interdisciplinarios que pretendan abordar desde los distintos ángulos la compleja temática de la hospitalización infantil[xxi].

 

[1]  Lic. en Psicología (UBA). Posgrado de Formación Clínica en Psicoanálisis. Clown. Payasa de hospital. Miembro cofundador y codirectora del grupo de payasos de hospital “Hospisonrisas”.
[2] Operadora en Psicología Social. Diplomado en Juego. Especialización en Miradas Lúdicas en la Primera Infancia. Especialización en Atención y Estimulación Temprana. Especialización en TGD, psicosis y autismo infantil. Clown. Payasa de hospital. Miembro cofundador y codirectora del grupo de payasos de hospital “Hospisonrisas”.

[i] Utilizaremos el término “niño” como generalización incluyendo en el mismo a bebés, niñas, niños y adolescentes.
[ii] Bruner, Norma (coordinadora). El juego en los límites. El psicoanálisis en la clínica de problemas en el desarrollo infantil. Buenos Aires. Eudeba. Pág. 17.
[iii] Winnicott, Donald. Realidad y Juego. Barcelona. Ed. Gedisa. Pág. 64.
[iv] Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) en Asamblea General de las Naciones Unidas. Convención sobre los Derechos del Niño (1989). Adhesión de Argentina en 1990 e incorporación a la Constitución Nacional en 1994. Ley Nacional No. 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (2005).
[v] Lutereau, Luciano. El idioma de los niños. Lo infantil en nuestra época. Buenos Aires. Letra Viva. Pág. 71.
[vi] En Juego Letter, Año 5, Número 2. Julio 2007. “El juego en contextos adversos”.
[vii] Bruner, Norma. Duelos en Juego. La función del juego y el trabajo del duelo en la clínica psicoanalítica con bebés y niños con problemas en el desarrollo. Buenos Aires. Letra Viva. Pág. 46.
[viii] Rodulfo, Ricardo. “El estatuto del juego y funciones del jugar”. La infancia en juego. Tandil. Autores Editores. Pág. 34.
[ix] Landen, Paula. El libro de las interacciones tempranas. ¡Prohibida la educación a distancia! Buenos Aires. Editorial Albatros. Pág. 75.
[x] Ullan de la Fuente, Ana María. Hernández Belver, Manuel. Los niños en los hospitales. Espacios, tiempos y juegos en la hospitalización infantil. Salamanca. Ediciones Témpora. Pág. 11.
[xi] Benavides, G. Montoya, I. González, R.  En Costa Ferrer, María. El juego y el juguete en la hospitalización infantil. Valencia. Nau Llibres.
[xii] Benavides, G. Montoya, I. González, R.  En Costa Ferrer, María. El juego y el juguete en la hospitalización infantil. Valencia. Nau Llibres. Pág. 48.
[xiii] Gonzales Gil, Francisca. Jenaro, Cristina. “Impacto de la hospitalización infantil en la calidad de vida infantil”. INICO. Universidad de Salamanca. Pág. 240 y 241.
[xiv] Farberman, Débora. El psicólogo en el hospital pediátrico. Herramientas de Intervención. Buenos Aires. Editorial Paidós. Pág. 77.
[xv] En Jornadas: “La educación física dialoga con…”. Panel de apertura: 22/04/02 “Aportes de la medicina, la psicología y la filosofía para pensar la salud de niños y adolescentes”. Dra. Nora Fornari (psicóloga). Dr. Julio Busaniche (médico pediatra). Lic. Carlos Cullen (filósofo).
[xvi] Altschul, Marcela. Un psicoanálisis jugado. El juego como dispositivo en el abordaje terapéutico con niños. Buenos Aires. Letra Viva. Pág. 171.
[xvii] Rivara Dávila, Gustavo y otros. “Clowns como método analgésico no farmacológico en niños hospitalizados”. Pág. 18.
[xviii] Rodulfo, Ricardo. Trabajos de la lectura, lecturas de la violencia. Lo creativo-lo destructivo en el pensamiento de Winnicott. Buenos Aires. Editorial Paidós.
[xix] Levin, Esteban. Discapacidad, clínica y educación. Los niños del otro espejo. Buenos Aires. Nueva Visión. Pág. 49.
[xx] Altschul, Marcela. Un psicoanálisis jugado. El juego como dispositivo en el abordaje terapéutico con niños. Buenos Aires. Letra Viva. Pág. 96.
[xxi] En mayo del corriente año el Senado de la Provincia de Buenos Aires aprobó la Ley de Payasos de Hospital, que determinó que “se entenderá por payaso de hospital aquella persona especialista en el arte de clown que reúna las condiciones y requisitos para el desarrollo de su tarea en los hospitales públicos provinciales y municipales de nuestra provincia” y obligará a las instituciones de salud a contar con esta figura en lo que refiere a la internación pediátrica.

 

Bibliografía:

Altschul, Marcela (2012). Un psicoanálisis jugado. El juego como dispositivo en el abordaje terapéutico con niños. Buenos Aires. Letra Viva.
Andrusiewicz, Valeria (2008). “El juego, potenciador de la resiliencia”. En Revista Campo Grupal. Año 10. Nº 101.
Andrusiewicz, Valeria. Skrbec, Adriana (2010). “En el hospital jugamos”. En Diario Página 12, Sección Psicología.
Benavides, G. Montoya, I. González, R.  En Costa Ferrer, María (2000). El juego y el juguete en la hospitalización infantil. Valencia. Nau Llibres.Bruner, Norma (2009). Duelos en Juego. La función del juego y el trabajo del duelo en la clínica psicoanalítica con bebés y niños con problemas en el desarrollo. Buenos Aires. Letra Viva.
Bruner, Norma Coordinadora (2012). El juego en los límites. El psicoanálisis en la clínica de problemas en el desarrollo infantil. Buenos Aires. Eudeba.
Farberman, Débora (2010). El psicólogo en el hospital pediátrico. Herramientas de Intervención. Buenos Aires. Editorial Paidós.
Gonzales Gil, Francisca. Jenaro, Cristina (2007). “Impacto de la hospitalización infantil en la calidad de vida infantil”. INICO. Universidad de Salamanca.
Jara. Jesús (2000). Los juegos teatrales del clown. Navegante de las emociones. Buenos Aires-México. Ediciones Novedades Educativas.
Landen, Paula (2013). El libro de las interacciones tempranas. ¡Prohibida la educación a distancia! Buenos Aires. Editorial Albatros.
Levin, Esteban (2008). Discapacidad, clínica y educación. Los niños del otro espejo. Buenos Aires. Nueva Visión.
Lutereau, Luciano (2014). El idioma de los niños. Lo infantil en nuestra época. Buenos Aires. Letra Viva.
Ofële, María Regina (2004). Miradas lúdicas. Buenos Aires. Dunken.
Rivara Dávila, Gustavo y otros (2010). “Clowns como método analgésico no farmacológico en niños hospitalizados”.
Rodulfo, Ricardo. “El estatuto del juego y funciones del jugar”. En Pasini, M. (comp) (2001). La infancia en juego. Tandil. Autores Editores.
Rodulfo, Ricardo (2009). Trabajos de la lectura, lecturas de la violencia. Lo creativo-lo destructivo en el pensamiento de Winnicott. Buenos Aires. Editorial Paidós.
Skrbec, Adriana. Andrusiewicz, Valeria (2007). “El payaso de hospital como agente de salud”. Revista Alternativas. Laboratorio de Alternativas Educativas de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de San Luis.
Ullan de la Fuente, Ana María. Hernández Belver, Manuel (2004). Los niños en los hospitales. Espacios, tiempos y juegos en la hospitalización infantil. Salamanca. Ediciones Témpora.
Winnicott, Donald (1985). Realidad y Juego. Barcelona. Ed. Gedisa.